Noche de Reyes 3ª parte

NOCHE DE REYES MAGOS. 3ª PARTE


La lámpara del pasillo parecía haber estado esperando a que asomara mi cabeza para darme la bienvenida; me explico.


Al ponerme en pie para ir al baño, miré a mi alrededor para comprobar si había algo inusual o fuera de su sitio. Nada. Todo en orden. Me sorprendí al constatar que no tenía ni idea de si habían pasado minutos o horas. El desfase espacio-temporal me aterraba. ¡Maldición! Pero cómo, ¿qué es todo esto? Me sentía perdido en mi propia casa. Estaba obnubilado y, al ponerme en pie, me tambaleé hasta que logré dar mis primeros pasos.
—¡Inhala, calma, calma, calma! Despacio —me dije. Increíble, mi cuerpo estaba torpe; no me había ensamblado del todo en él. De ahí que no obedeciera a mis comandos. Trataba de contener la risa y el llanto al mismo tiempo, en un escenario de planos de realidad superpuestos. Intuía que la puerta dimensional no se había cerrado aún y, tras esa leve interrupción, volvería a cruzar el umbral, aunque no encontrara el camino de vuelta a la realidad de mi hogar.
—¡Demonios! —susurré—. Esto es demasiado fascinante como para ceder ante el miedo.

Nada más girarme sobre mi propio eje para salir al pasillo, advertí una intensa luz que provenía de la cocina. ¡Qué extraño! Al llegar a casa, pasé directo hacia el salón sin tocar ningún interruptor, aprovechando la luz de las escaleras que se colaba a través de una cristalera.

El resplandor, más potente que los focos de un campo de fútbol, proyectaba una luz celestial que me atravesó el alma, dejándome temblando.
—¡Oh, Dios! ¿Qué diantres es eso? ¡Imposible! —La lámpara del pasillo estaba apagada. Sin corriente eléctrica. Sin embargo, al sacar la cabeza por la puerta del salón, entre curioso y angustiado, el filamento de la bombilla saltó, dejándome ciego por un instante.
—¿Pero cómo? —murmuré—. No había electricidad. ¿Era el resplandor responsable? Claro. En ese momento, el mundo cesó por un instante. Una deflagración invisible me arrasó como la onda expansiva de una bomba atómica.

El corazón me latía en la garganta. Me dije: «Respira… respira… respira, tranquilo». Esto tenía que tener una explicación. No debía precipitarme.
Al recuperar el foco visual, me di cuenta de que el resplandor hipnótico se había esfumado. Mi asediado sistema nervioso luchaba para evitar el colapso, que significaría comenzar a dar alaridos como un desquiciado si no conseguía controlar el creciente estado de pánico. Era un manicomio. Un sueño más real que la realidad misma. ¿O tal vez una visión extática?

Durante esos segundos pude escuchar el murmullo de unas entidades, no a nivel auditivo, sino como una especie de sentido telepático que zumbaba en mis oídos.
—¡Rayos! —Mis estructuras mentales estaban fundidas. Veía lo que no debería ver, oía sonidos inaudibles, y mi cuerpo… temblaba, atravesado por pulsos de energía. Demasiado intenso.

Sin duda, seguía conectado al campo unificado, donde la información fluye por cauces inimaginables.
—Oh, no, otra vez los ecos —pensé—. ¿Eran dos, tres, un puñado, un ejército? Juraría que les entendí decir estar sorprendidos por mi repentina incorporación. Quizá por eso me cegaron, saliendo de escena al instante.
—¿Cómo dar crédito a lo que estaba oyendo? —Me sentí como un infante tras una puerta, escuchando a los mayores murmurar sobre temas de adultos. Pero no, ¡esto no podía ser real! Todo era tan dinámico, tan fluido, tan extraordinario, y a la vez, tan violento.

Era asombroso captar tanto en tan poco tiempo. Estaba inmerso en pensamientos dispares, agitado por una montaña rusa emocional, con los ojos clavados en aquel resplandor fugaz y luego en la lámpara, mientras captaba una conversación entre entidades no humanas. Y, al fondo, mi motivo inicial: la necesidad de ir al baño.
—Calma, todo está bien —dijo la voz de la intuición, muy confiada, ahora ve y…

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Scroll al inicio
Verificado por MonsterInsights